Psicólogos en San Sebastián

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martes, 4 de noviembre de 2014

Un cuento para superar los miedos

EL ELEFANTE ENCADENADO de Jorge Bucay 


Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba eran los animales. Me llamaba poderosamente la atención, el elefante. Después de su actuación, el elefante quedaba sujeto solamente por una  cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.

Sin embargo la estaca era un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría con facilidad arrancar la estaca y huir. 

¿Qué lo sujeta entonces? ¿Por qué no huye?. 

Cuando era chico, pregunte a los grandes. Algunos de ellos me dijeron que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces, la pregunta obvia… 

– Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.


Con el tiempo, me olvidé del misterio del elefante y la estaca.


Hace algunos años descubrí que alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta: ”El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.”


Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Imaginé que se dormía agotado y al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día y al otro…

Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso que vemos  en el circo no escapa porque ¡CREE QUE NO PUEDE!


Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.


Y tú, ¿tienes algo de elefante?


Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad.

Vivimos pensando que “no podemos” hacer un montón de cosas  simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje: NO PUEDO, NO PUEDO Y NUNCA PODRÉ.

Muchos de nosotros crecimos portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar ni cuestionar.


Esto es lo que nos pasa, vivimos condicionados por el recuerdo de una persona que ya no existe en nosotros, que no pudo.



Tu única manera de saber si PUEDES es INTENTÁNDOLO con todo TODO TU CORAZÓN!

viernes, 17 de octubre de 2014

Recuerda...

Si crees que las cosas van un poco lentas, 
tal vez la vida te está diciendo que tú vas demasiado rápido... 
Ve despacio y disfruta del paseo.


Feliz fin de semana 
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Foto: Si crees que las cosas van un poco lentas, tal vez la vida te está diciendo que tú vas demasiado rápido... Ve despacio y disfruta del paseo.

Feliz fin de semana 
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jueves, 16 de octubre de 2014

Palabras para la vida



Necesitamos palabras que nos recuerden quiénes somos, palabras que nos permitan pensar y decidir por nosotros mismos, que nos hagan ver la importancia de asumir nuestras propias responsabilidades, que conviertan las dificultades en retos y estímulos, palabras que nos animen a remar cuando no hay viento favorable...

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martes, 4 de marzo de 2014

Los efectos de la crisis

   Desde el Colegio Oficial de Psicólogos de Gipuzkoa se ha puesto en marcha desde el pasado  1 de Marzo un programa de atención psicológica para aquellas personas afectadas por la crisis económica y que no puedan costearse una psicoterapia. Como ya anunciamos, el Centro de Psicología AUKERA va a colaborar en este proyecto.

   Desde aproximadamente el año 2008, la crisis económica se ha convertido en el eje principal de la vida de muchas personas afectando de manera considerable en multitud de  aspectos individuales, sociales, económicos y culturales. Las consecuencias directas, principales y visibles son el aumento del desempleo y la bajada de ingresos.

   El ser humano está indudablemente influenciado por el contexto en el que vive, y éste en la actualidad está marcado por la crisis económica. Esto hace que estemos viviendo con una serie acontecimientos extremadamente estresantes cada día.

   Según  el Instituto Nacional de Estadística (INE), la tasa de paro del primer trimestre del 2008 era de 2.174.200 personas, mientras que en el primer trimestre de 2013 la cifra aumentó a 6.202.700 personas.
   
   De hecho, el desempleo es considerado como uno de los eventos de la vida más estresantes y por ello tiene un gran impacto sobre el bienestar psicológico de las personas. Hay diversos estudios  que muestran que quienes pierden su empleo durante periodos de crisis pueden presentar un estado de salud general peor que aquellos que lo pierden en otras circunstancias.

   Los cuadros depresivos y ansiosos son muy frecuentes en personas desempleadas, y en casos extremos y cada vez con más frecuencia, derivan en  el suicidio.

   Pero, ¿es únicamente la bajada o la pérdida de ingresos lo que hace que las personas que se encuentran sin trabajo presenten esta sintomatología psicológica? Obviamente, una mala situación económica hace que la persona se vea desprovista de recursos, y aún más en el caso de tener que hacer frente a una hipoteca o al mantenimiento de una familia, pero no debemos olvidar de que el desempleo no nos afecta sólo por lo que acarrea en términos económicos.

   La inactividad, la falta de hábito y de rutina que supone tener un trabajo, la no relación con otras personas del mismo entorno y un largo etcétera, desembocan en apatía, estancamiento personal, falta de  disfrute por otras cosas y negativa frente al futuro.

   Aquellas personas que en su vida realizan más actividades agradables en cuanto a cantidad y diversidad, son personas menos predispuestas hacia la depresión. Si una persona disfruta de su trabajo, de sus amigos, de su familia, del deporte, de la música, de la lectura, del cine, de viajar, etc. está  mucho menos vulnerado a deprimirse. Pero,¿ qué hacer si nos están arrebatando todo eso?

   Nos pueden privar de empleo, pero no pueden hacernos perder la esperanza y las ganas de seguir disfrutando de la vida.




martes, 28 de enero de 2014

Autoestima, la clave de nuestro bienestar... o no



   Todos tenemos una idea de nosotros mismos a la que solemos llamar autoestima. Lo que no solemos tener tan claro es que esa imagen se formó, en gran medida, durante nuestra infancia en base a nuestras experiencias y a la opinión de la gente importante para nosotros. Es decir, que un niño va a ir construyendo el concepto de sí mismo según lo que le transmita el adulto de referencia.

   Por ejemplo, dos niños de 7 años, Mikel y Jon, sacan la misma nota en inglés, un 7. Los dos van juntos a la piscina y les gusta mucho el futbol.  Los dos comparten aficiones y han sacado la misma nota, pero  el padre de cada uno reacciona de una forma diferente. El Padre de Mikel está muy contento con la nota de su hijo, le apoya, le motiva y le da la enhorabuena por el resultado. En cambio, el padre de Jon está enfadado por la nota de su hijo en inglés, le dice que tiene que ser más responsable y que si sigue a así no va a lograr nada en su vida.

   ¿Cómo evolucionará la autoestima de cada niño? ¿Por qué? ¡Si hacen lo mismo!

  ¿Quién tiene razón? Pues depende de la persona que dé su opinión, de sus gustos y preferencias. Esto es sólo un ejemplo de cómo la misma situación puede suponer cosas distintas para dos padres que intentan transmitir sus valores a sus hijos. La opinión de los padres está basada en sus creencias y en lo que ellos han vivido, y por su puesto los dos quieren lo mejor para sus hijos.

   Por eso decimos que, en gran medida, nuestra autoestima es aprendida. Desde pequeños “recogemos lo que nos dicen que somos”,  lo calificamos y el resultado es nuestra autoestima. Pero el resultado de esa evaluación puede estar equivocado porque depende de la opinión subjetiva y personal de los demás y de la manera en la que fuimos educados.

   La autoestima de una persona no refleja lo que la persona es, si no lo que esa persona cree que es.

   Por eso, si una persona tiene una baja autoestima probablemente sea el resultado de unas ideas y creencias equivocadas que le han sido transmitidas desde la infancia y que a lo largo de su vida se han ido generalizando.  De esa manera, cada vez que esa persona se plantea hacer  algo y no lo consigue, la creencia negativa de sí misma se hace más fuerte. Por lo que se confirma su idea.

   Pero eso no significa que tenga que ser así para el resto de su vida. La autoestima se puede trabajar y fortalecer.

   Podemos decir que  una autoestima sana es:

  • Conocernos a nosotros mismos. 
  • Conocer tanto lo positivo como lo negativo de nosotros mismos.
  • Aceptarnos incondicionalmente, independientemente de nuestros logros o limitaciones.
  • Actitud de respeto y consideración positiva hacia uno mismo
  • Tener una visión del yo como potencial, es decir, considerando que somos más que nuestros comportamientos y rasgos y que estamos sujetos a cambios. Saber que   podemos aprender a dirigirnos hacia estos cambios y desarrollar nuestro potencial.
  •  Relacionarnos con los demás de forma eficaz y satisfactoria.
  •  Buscar nuestra felicidad y bienestar.